30 julio, 2006

De las Vocaciones y otras yerbas (I)

A ver…
Se supone que la vocación es un llamado.
Se supone que Dios te llama a servirle, no? en la vida consagrada, en el matrimonio, no?
Se supone que ese llamado nos hace aptos para la labor,
porque al obedecer, tenemos asegurado el éxito, no?.
....mmm.

A mi no me queda tan claro.
De tanto ver como el Señor es capaz de hacer bordados de nuestros remiendos,
me queda una sensación (peligrosa) de que no es tan importarte
que camino tomemos o cuanto metamos la pata.

Me explico.
El encuentro directo con Jesús es siempre el punto de inflexión,
coinciden los conversos de a caballo y porrazo como Pablo
y los Creyentes eternos, como María.

Siempre hay un punto en donde nos Lo topamos de frente.
Vamos caminado distraídos, ocupándonos de cosas realmente importantes y pum!,
nos Lo llevamos por delante.
Ineludible.
Listo.

Nunca más las cosas serán iguales, nunca más.
Según Chesterton, en ese momento pasamos a tener dos mil años de edad,
y ya no se nos perdonan las chiquilladas,
debemos empezar a comportarnos como adultos.

De que valen los retiros vocacionales, las charlas y las oraciones,
si luego tenemos ese encuentro a los 60 años?
¿De qué vale tenerlo a los 3?
Definitivamente. El nuestro, es un Dios muy poco práctico.
Luego sigo pensando en esto.


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