30 julio, 2006

III - Con inefable dulzura de caridad


Texto previo al retiro del 29 de Julio 2006

RB - Prólogo


22 Si queremos habitar en la morada de su reino, puesto que no se llega allí sino corriendo con obras buenas,
23 preguntemos al Señor con el Profeta diciéndole: "Señor, ¿quién habitará en tu morada, o quién descansará en tu monte santo?".
24 Hecha esta pregunta, hermanos, oigamos al Señor que nos responde y nos muestra el camino de esta morada
25 diciendo: "El que anda sin pecado y practica la justicia; 2
6 el que dice la verdad en su corazón y no tiene dolo en su lengua;
27 el que no hizo mal a su prójimo ni admitió que se lo afrentara".
28 El que apartó de la mirada de su corazón al maligno diablo tentador y a la misma tentación, y lo aniquiló, y tomó sus nacientes pensamientos y los estrelló contra Cristo.
29 Estos son los que temen al Señor y no se engríen de su buena observancia, antes bien, juzgan que aun lo bueno que ellos tienen, no es obra suya sino del Señor,
30 y engrandecen al Señor que obra en ellos, diciendo con el Profeta: "No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre da la gloria".
31 Del mismo modo que el Apóstol Pablo, que tampoco se atribuía nada de su predicación, y decía: "Por la gracia de Dios soy lo que soy".
32 Y otra vez el mismo: "El que se gloría, gloríese en el Señor".
33 Por eso dice también el Señor en el Evangelio: "Al que oye estas mis palabras y las practica, lo compararé con un hombre prudente que edificó su casa sobre piedra;
34 vinieron los ríos, soplaron los vientos y embistieron contra aquella casa, pero no se cayó, porque estaba fundada sobre piedra".

Todos nuestros bienes y bondades, son del Señor. Hemos de aprender a mirar y ver con sensatez y discernimiento espiritual el sentido de cuanto nos sucede. Porquer no siempre lo que nos hace sufrir es malo, ya que las pruebas tienen un sentido purificador y fortalecedor en la vida espiritual. Mas si las vivimos mirándonos a nosotros mismos, y no al Señor, estas pruebas que serían material de crecimiento, se nos pueden convertir en un purgatorio sin fin; porque nos fiamos de nuestra propia sabiduría y sentido crítico, y no de aquella otra sabiduría que ni el ojo vio, ni el oido oyó. Hemos de buscar la sabiduría del corazón, que Dios la da a los que lo aman por encima de todo. Los que pueden sacrificarse totalmente por la Perla del conocimiento de Dios. Eso es edificar sobre buenos fundamentos.

35 Después de decir esto, el Señor espera que respondamos diariamente con obras a sus santos consejos.
36 Por eso, para corregirnos de nuestros males, se nos dan de plazo los días de esta vida.
37 El Apóstol, en efecto, dice: "¿No sabes que la paciencia de Dios te invita al arrepentimiento?".
38 Pues el piadoso Señor dice: "No quiero la muerte del pecador, sino que se convierta y viva".


El Señor no desea que muramos y nos ha dado la vida presente, por la que tenemos la entrada a la Vida absoluta en Él, si la buscamos con todas nuestras fuerzas. No lamentemos el ayer, no soñemos con un mañana. Es ahora y aquí que Dios nos mira y nos llama y nos abraza. Tal como somos, pobres, indigentes, poco preparados.... no importa, el vestido blanco de las Bodas está a punto para todos los que acuden al Banquete del Reino. La conversión siempre actuando en el presente nos invita a cada instante a girarnos siempre a la Luz y ser iluminados.

39 Cuando le preguntamos al Señor, hermanos, sobre quién moraría en su casa, oímos lo que hay que hacer para habitar en ella, a condición de cumplir el deber del morador.
40 Por tanto, preparemos nuestros corazones y nuestros cuerpos para militar bajo la santa obediencia de los preceptos,
41 y roguemos al Señor que nos conceda la ayuda de su gracia, para cumplir lo que nuestra naturaleza no puede.
42 Y si queremos evitar las penas del infierno y llegar a la vida eterna,
43 mientras haya tiempo, y estemos en este cuerpo, y podamos cumplir todas estas cosas a la luz de esta vida, 44 corramos y practiquemos ahora lo que nos aprovechará eternamente.

Sin la gracia nada podemos. San Benito, siguiendo a San Pablo, nos invita a correr como atletas que buscan el premio, sin mirar atrás, siempre proyectados hacia delante, con la dirección y el objetivo claramente deseados, escogidos y guardados. Ahora es el tiempo de la gracia, es el Dia del Señor para cada uno.

45 Vamos, pues, a instituir una escuela del servicio divino,
46 y al hacerlo, esperamos no establecer nada que sea áspero o penoso.
47 Pero si, por una razón de equidad, para corregir los vicios o para conservar la caridad, se dispone algo más estricto,
48 no huyas enseguida aterrado del camino de la salvación, porque éste no se puede emprender sino por un comienzo estrecho.
49 Mas cuando progresamos en la vida monástica y en la fe, se dilata nuestro corazón, y corremos con inefable dulzura de caridad por el camino de los mandamientos de Dios.
50 De este modo, no apartándonos nunca de su magisterio, y perseverando en su doctrina en el monasterio hasta la muerte, participemos de los sufrimientos de Cristo por la paciencia, a fin de merecer también acompañarlo en su reino. Amén.

"y nada absolutamente antepongamos a Cristo, el cual nos lleve a todos juntamente a la vida eterna", con el "corriendo con el corazón dilatado por una inefable dulzura de caridad por el camino de los mandamientos de Dios, es decir, de su Palabra de sabiduría y de todo cuanto nos lleve a ser siempre más y más fieles y unidos a Él.

21 Julio 2006

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